Menos OGMs significa más gases de efecto invernadero
Utilizando un modelo para evaluar el valor económico y ambiental de los cultivos transgénicos, los economistas agrícolas descubrieron que reemplazar el maíz transgénico, la soya y el algodón con variedades criadas convencionalmente en todo el mundo provocaría un aumento de 0.27 a 2.2 por ciento en los costos de alimentos, dependiendo de la región, siendo los países subdesarrollados los más afectados.
Según el estudio, publicado recientemente en el Journal of Environmental Protection, prohibir los OGM también provocaría consecuencias ambientales negativas: La necesidad de convertir llanuras y bosques en tierras de cultivo (para compensar la menor productividad de los cultivos convencionales) liberaría cantidades sustanciales de carbono almacenado a la atmósfera.
Por el contrario, si los países que ya cultivan OGMs amplían su uso, las emisiones globales de gases de efecto invernadero bajarán aproximadamente a 0.2 millones de toneladas de CO2 y, permitirán 0.8 millones de hectáreas que se utilizan para cultivo acualmente, puedan volver a ser los bosques y llanuras.
“Algunos de los grupos que quieren reducir las emisiones de gases de efecto invernadero también quieren prohibir los OGM; pero no se puede tener ambas cosas”, dijo Wally Tyner, profesor de Economía Agrícola. “La siembra de cultivos transgénicos es una manera efectiva para que la agricultura reduzca su huella de carbono”, afirmó.
Evaluación de riesgos para el medio ambiente
Los OMG han sido una fuente de discordia, ya que algunos creen que los cultivos genéticamente modificados plantean riesgos potenciales para la salud humana y el medio ambiente; aunque no existe ningún estudio científico que muestre que los transgénicos representan un riesgo mayor a su contraparte convencional.
Tyner junto a su colega Farzad Taheripour, profesor asociado de investigación de economía agrícola, y Harry Mahaffey, entonces estudiante de maestría, utilizaron una extensión del modelo del Proyecto de Análisis de Comercio Global, desarrollado por Purdue, para investigar dos hipótesis: “¿Qué efectos económicos y ambientales tendría una prohibición global sobre los cultivos transgénicos (maíz, soya y algodón?)” y “¿Cuál sería el impacto adicional si la adopción mundial de los transgénicos alcanzara la superficie sembrada por Estados Unidos y luego se aplicara una prohibición? ”
El modelo se basa en los precios de los cultivos de 2011, los rendimientos y las condiciones de crecimiento. También considera los efectos de cómo un cambio en un sector afecta a otros sectores. Este modelo predijo un aumento específico en los costos generales de los alimentos, si se llega a presentar una prohibición mundial de OGMs, debido a la menor productividad de los cultivos tradicionales.
Tyner dijo que las personas de las regiones más pobres serían las más afectadas por el aumento de precios, ya que gastan alrededor del 70% de sus ingresos en alimentos, en comparación con el 10% que gastan en Estados Unidos.
Incremento de tierras productivas y menos áreas de bosque
La prohibición de los cultivos transgénicos también conduciría a un aumento de las tierras de cultivo mundiales en 3.1 millones de hectáreas, ya que se debería compensar los menores rendimientos de los cultivos convencionales.
Convertir bosques y pastizales en tierras de cultivo es un proceso ambientalmente costoso que libera carbono almacenado en las plantas y el suelo; esta expansión de tierras de cultivo sumaría el equivalente a 0.92 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.
Tyner dijo que las consecuencias económicas de una prohibición de los OGM no fueron una sorpresa para él y sus coautores, pero el impacto que tal prohibición tendría sobre el medio ambiente fue una revelación y un componente que falta notablemente en la discusión global sobre los OGM .
“Está bien para que la gente se preocupe por los OGM, no hay base científica para esas preocupaciones, pero ese es su derecho“, dijo. “Pero, el impacto adverso de los gases de efecto invernadero sin los OGM es algo que no es ampliamente conocido. Es importante que este elemento entre en la conversación pública”.
Accede aquí al estudio completo del Journal of Environmental Protection
Con información de Purdue University Agriculture News