Transgénicos en Colombia
El cultivo de algodón tuvo un aumento en la siembra de un 33.4% respecto a 2017, es decir, Colombia pasó de cultivar 9.075 hectáreas a 12.103.
El algodón, que estuvo a punto de desaparecer en los noventas, se recuperó gracias a la llegada de las semillas transgénicas en el año 2003, que trajeron importantes beneficios para el agricultor y la protección de sus cosechas con un mayor control de plagas y malezas.
Si bien, el rendimiento en Colombia es superior a la del promedio mundial, en los dos años anteriores, el algodón no había superado las 9 mil hectáreas debido temas comerciales, a los altos costos del arrendamiento de la tierra y la falta en algunas regiones de maquinaria de precisión.
Cifras de algodón 2018
Las 12.103 hectáreas fueron cultivadas en 9 departamentos: Bolívar, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Sucre, Tolima, Valle del Cauca.
El departamento con mayor área cultivada fue Córdoba con 5.786 hectáreas, seguido por Tolima con 3.600 hectáreas con semillas transgénicas. Los departamentos que volvieron a cultivar algodón GM fueron Bolívar, Cundinamarca, La Guajira y Sucre.
“Las cifras reflejan la satisfacción y la importancia del cultivo para el país, un cultivo principalmente de pequeños agricultores quienes obtienen mayor productividad y rendimiento por hectaria gracias las semillas transgénicas” aseguró María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio.
Siembras totales de cultivos transgénicos
Colombia sembró un total de 88.129 hectáreas con cultivos transgénicos en 2018 repartidos entre 76.014 hectáreas de maíz; 12.103 de algodón y 12 hectáreas de flores azules, según cifras presentadas por el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA.
Seguridad de los cultivos transgénicos
Más de 2500 estudios han confirmado que los cultivos genéticamente modificados y sus productos, son tan seguros como los convencionales.
Adicional a esto, se suma que traen beneficios para el agricultor y para el medio ambiente, pues al ser resistentes a algunas plagas, el agricultor hace menos uso de insecticidas y por lo tanto menos uso de agua. Además, con estas semillas se reduce la labranza, lo que permite que el suelo conserve sus nutrientes y humedad evitando la erosión.
Más de 130 premios Nobel defienden esta tecnología como una herramienta clave para la seguridad alimentaria y más de 250 organizaciones a nivel mundial respaldan su seguridad.